La reurbanización del espacio público exterior del Mercado de San Agustín pretende basar su estrategia propositiva en tres puntos básicos: la ordenación de los espacios para que éstos presenten un mayor grado de eficacia funcional, la humanización del espacio público ganando terreno al tráfico rodado ordinario y alcanzar con la intervención un lenguaje del que se pueda discernir una lectura histórica de la ciudad.

La posición del Mercado de San Agustín dentro de la ciudad histórica, como encrucijada de visuales, como secuencia de espacios, como conexión y estancia, muestra de forma clara el carácter del centro de la ciudad. El tráfico rodado ha ido ganando su espacio específico, de manera que en la actualidad nos encontramos, a los pies del mercado y de la iglesia, con elementos subordinados a los medios de transporte que demandan ciertas servidumbres, en detrimento del uso del espacio para actividades urbanas.

La ausencia de un gran espacio unitario dificulta la respuesta urbana que requiere la complejidad de crear espacios de calidad, sin descuidar la necesaria funcionalidad requerida en el día a día.

El proyecto pretende la consecución de espacios flexibles con la escala adecuada para el desarrollo de la vida urbana y comercial, además de las actividades de ocio o económicas y, al mismo tiempo, ordenar el entorno generando lugares de acogida reconocibles en este singular enclave.

La pavimentación, principalmente con elementos de piedra de diversos tipos, permite la coexistencia del tráfico rodado con el peatón, rebajando las velocidades de circulación. Esta solución redunda en la sostenibilidad ambiental y en el bajo mantenimiento, además de favorecer las relaciones visuales y ambientales.

Todo el ámbito de actuación exige tener en cuenta sus límites y sus posibles relaciones, para que el conjunto forme parte de un "todo" con las calles y plazas existentes, ya que, el objetivo principal al que debería aspirar un espacio público urbano, no es otro que tener vitalidad.